Mayakovsky: Revolución y poesía
El pasado 14 de Abril, se cumplieron 90 años de la trágica muerte del poeta revolucionario Vladimir Mayakovsky. A manera de recordar al humano, al poeta, al dramaturgo y al comunista que fue orillado a su trágico final, el equipo de Pluma Roja les comparte el siguiente ensayo...
El 9 de noviembre de 1917 el mundo se estremecía, tal como lo expresaba John Reed en su famosa bitácora de la revolución bolchevique. Cuando los bolcheviques tomaron el Palacio de Invierno y se hicieron del poder del Sóviet de San Petersburgo, el mundo cambió para siempre. El carácter de la llamada Revolución de Octubre era totalmente distinto a los diversos movimientos sociales acaecidos en la historia: La revolución socialista representaba el rompimiento total con la sociedad antigua, de clases, basada en la explotación y en la defensa de la propiedad privada. La revolución socialista era lo nuevo, y así se expresó en todos lados. Como no podía ser de otra manera, la revolución socialista tuvo un enorme eco en el arte. Diversos artistas tanto rusos como internacionales vieron dentro de la triunfante revolución una posibilidad de encontrar tanto una nueva identidad al arte, como una nueva expresión, expresión que sirviera no sólo como la simple plasma del sentimiento humano, sino que sirviera a los intereses de la creación de una sociedad nueva, una sociedad que rompiera de plano con las trabas que el capitalismo imponía al arte y al desarrollo del humano en sí, donde la expresión y la producción artística tienen un papel fundamental. El entusiasmo revolucionario dentro del arte impactó primeramente, como era de esperarse, en los más diversos artistas rusos, tanto dentro de la pintura como propiamente en la literatura.
Dentro de la poesía, dicho entusiasmo encontró receptores tempranos. Serguei Esenin proclamaba que "se sentía bolchevique" a pesar de que sus ideas no comulgaran en total con el marxismo. Y principalmente, Vladimir Mayakovsky, militante desde años atrás del Partido Bolchevique, encontró dentro de la revolución el catalizador para su expresión poética. Los años del ascenso y de la defensa revolucionaria, principalmente los turbios años de la guerra civil rusa, fueron de una importancia enorme dentro de la poesía de Mayakovsky. Si bien la poesía de ese período no está enteramente dedicada a la revolución (pues igualmente estaba dedicada al amor de su vida, Lilia Brik), sí que varias de sus mejores poemas se encontraban íntimamente relacionados a la revolución socialista. Para Mayakovsky era fundamental que la expresión artística socialista encontrara una independencia respecto a los cánones y a la expresión propia de las diversas sociedades occidentales. Existía pues, una necesidad de una ruptura radical con el arte capitalista y con todas sus expresiones. Y no sólo con el arte del capitalismo, sino con todo el arte anterior, toda expresión añeja y toda expresión que pudiera considerarse anticuada y que frenara el progreso del arte socialista. Así, Mayakovsky encontró una solución a los problemas que enfrentaba al buscar dicha ruptura dentro del futurismo. El futurismo propugnaba romper con los valores estéticos del pasado, mirar siempre hacia el futuro y al futuro lo encarnaba el trazo rápido, la velocidad, la perfección del funcionamiento de una máquina ¿Dónde se podía encontrar representado todo esto si no era en la revolución socialista, aquella que se mostraba como la ruptura más radical con el pasado? Mayakovsky advirtió esto en un principio, por lo cual el futurismo ruso del que era partícipe adquirió entonces un tinte especial.
No era simplemente la ruptura con el pasado en abstracto, como propugnaban, por ejemplo, los futuristas franceses, sino la necesaria ruptura con los valores del pasado, en todos los campos, como fundamento del nacimiento del hombre nuevo y de la sociedad nueva. Mayakovsky identifica entonces a la máquina con quien la maneja, al movimiento rápido y sagaz de las tropas bolcheviques con las ametralladoras y las tachankas y principalmente, al obrero con el artista. La división entre el trabajo intelectual y el trabajo manual desaparece dentro de su poesía. La labor del artista para Mayakovsky es tan importante como la labor que realiza el trabajador dentro de la construcción del socialismo. El "cultivo de las mentes" como lo describe él dentro de su famoso El poeta es un obrero es tan importante como la labor que realiza el obrero en la fábrica o el jornalero en el campo. Sin embargo, ocurre un punto de inflexión que muchos sitúan a diferente tiempo que "trunca" el desarrollo de las vanguardias rusas y por tanto, del arte socialista independiente. Algunos sitúan este hecho en la firma del famoso tratado de Brest-Litovsk entre la Rusia Soviética y las potencias imperialistas de la llamada Triple Alianza (principalmente Alemania) para sacar a Rusia de la Primera Guerra Mundial, y otros tantos lo sitúan con la muerte de Lenin y el posterior ascenso del "realismo socialista" como la doctrina artística del estado soviético.
En base al análisis que se realiza, se puede concluir que no es posible situar un momento exacto como tal como el de total inflexión dentro de la producción artística en la construcción del socialismo soviético, sino que los diversos momentos se conjugan para dar lugar a esta situación, dando prioridad y protagonismo a estos dos. ¿Por qué hablamos del tratado de Brest-Litovsk como punto de inflexión? La genial maniobra política de Lenin para sacar a Rusia de la guerra y preparar la enconada defensa del poder soviético no es tan bien recibida dentro de los círculos artísticos. Si dentro de la política los ultraizquierdistas denuncian a Brest-Litovsk como una concesión inadmisible al imperialismo alemán y como un "excesivo pragmatismo" de Lenin, dentro del arte, los vanguardistas ven un peligro dentro del tratado. La condena se basa principalmente en que las concesiones políticas realizadas por éste tuvieron un efecto importante dentro del arte. La concesión política permite cierto acercamiento entre la atacada y aislada Rusia Soviética con las sociedades occidentales, cuyos modos de vida y expresiones artísticas penetraban cada vez más profundo en la naciente sociedad socialista.
Los críticos del Brest-Litovsk dentro del arte denunciaban que se aceptaban y adaptaban las formas del arte del imperialismo, formas que consideraban decadentes y que nada tenían que ver con el arte que debía producirse en pos y para la construcción socialista. Este acercamiento a la expresión occidental encontraría un máximo punto dentro de la adopción y la difusión por parte del estado soviético del llamado realismo socialista, principalmente en la época de Stalin. Muchos antiguos escritores se convirtieron en adalides de la nueva doctrina artística, como lo fueron Máximo Gorki o Aleksandr Fadeyev. Se condicionaba entonces al artista, y el desarrollo independiente se coartaba. Para los futuristas, el realismo socialista significó la adopción de muchos de los modelos occidentales para hacer y reproducir arte, y por lo tanto, se alejaba de la noción de que el arte fuera igualmente revolucionario, en el sentido de que rompiera en su totalidad con Occidente. Sin lugar a dudas, la poesía de Vladimir Mayakovsky fue de las expresiones artísticas que más resintió el realismo socialista. Se convirtió en un "obstáculo" para la nueva doctrina. El propio poeta fue visto muchas veces como un obstáculo, pues aunque durante unos cuantos años después de la muerte de Lenin continuará teniendo el favor de la autoridad soviética, éste se negó siempre a inscribirse de manera total en dicha doctrina. Para Mayakovsky era necesario que el arte socialista continuará desarrollándose como se había desarrollado hasta entonces, es decir, a la par de la experiencia de construcción socialista pero de manera independiente de los dictados del Estado. El arte socialista debía seguir su propio flujo, en el sentido de que se desarrollara a la par de la sociedad, y que el artista encontrará dentro de esa nueva sociedad suficientes elementos y motivos para poder desarrollar su arte. Mayakovsky plasma su impotencia, su desgana, su coraje y su crítica dentro de su Conversación con el inspector fiscal sobre poesía. El aparato soviético denigra a los poetas al tratar de imponerles obligatoriamente un pensamiento, una manera de desarrollarse.
Y si usted piensa
que todo consiste
en saber utilizar
palabras ajenas,
entonces, camaradas,
aquí tienen mi pluma,
y escriban
ustedes
cuanto quieran.
Mayakovsky es prontamente apartado de la vida política dentro del Partido y también de la actividad que realizaba como propagandista, otra de sus principales actividades artísticas. La respuesta a negarse a adoptar el realismo socialista le hace entonces aislarse él mismo. La profunda depresión en la que cae, aunque continúe trabajando en varios proyectos artísticos, es acentuada por el aislamiento que sufre y por las diversas emociones que tiene. Su poesía da un giro radical. La revolución y el orgullo de ser ciudadano soviético languidecen ante sus problemas y sus cuestiones personales, sus divagaciones filosóficas y su disertación emocional. La depresión y la profundización de sus problemas personales y de las emociones tan arraigadas que siente encontraran un punto final en 1930, cuando el poeta decide dispararse una bala en el corazón, dejando una carta en la que exhorta a culpar a nadie de su muerte. La caída del arte socialista puede verse reflejada en la caída en desgracia y el triste fin de Mayakovsky.
El arte socialista ascendía vigorosamente como la expresión máxima del sentimiento de una nueva sociedad. Encontraba su expresión de mano de talentosos artistas, y entre ellos, impresionantes poetas y literatos. Mayakovsky escribía verso tras verso, alentando, glorificando y ayudando a la revolución. Sin embargo, la medida tomada por el gobierno, entendida como una medida circunstancial, que trataba de establecer las pautas para el desarrollo "correcto" de un arte socialista terminó castrando y frustrando este desarrollo. Mayakovsky terminó frustrado y deprimido, lo que se reflejó en su arte. La muerte de la poesía terminando matando al poeta, y el cadáver del poeta asfixió al hombre.
Autor: Uriel G. Pluma Roja
